Conscientes de los valores que representa el Camino, nos propusimos realizar un esfuerzo comunitario por ayudar a una peregrina que se encontraba en una situación realmente complicada. Su nombre era Silvia, estaba enferma de ELA, y su cuidador y compañero se llama Felipe. Él es hospitalero en el albergue de peregrinos de Isla.
Se nos ocurrió empezar preparando una peregrinación para recaudar fondos. Apenas tuvimos tiempo de más acciones. Desgraciadamente llegamos tarde hasta para entregar a Silvia el «fruto» de nuestro primer acto: ella falleció este mes pasado. La recaudación material se la acabamos de dar a su compañero. Pensamos que hoy, día de Santiago, nuestro patrón, era una gran ofrenda que podíamos realizar. La aportación económica apenas era poco más que simbólica. La donación espiritual no cabía en un sobre, sólo un corazón grande como el de Felipe es capaz de acoger ese capital inmaterial que esperemos le sirva para sobrellevar (ojalá) esta separación vital. Nosotros mientras tanto intentaremos seguir caminando a su lado y prestándole nuestro apoyo, cual bordón de peregrino.